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Prototipo realizado por los Autores |
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Esquema para la realización |
Este habitante del municipio
de Uberaba consiguió que las casas de sus vecinos, muchas de ellas sin
ventanas ni electricidad, quedaran iluminadas durante el día. Y todo con
una simple botella de plástico. El invento consiste en llenar una botella de
dos litros con agua limpia y perforar el techo para colocarla de modo que quede
la mitad de ella en el exterior.
Cuando la luz
incide sobre la botella, el agua refleja la luz y proporciona una iluminación
equivalente a una bombilla de 50 vatios. El truco se hace más efectivo si se
añade cloro o lejía al agua para evitar la aparición de moho, y dura más si se
cubre el plástico con una película transparente que le proteja de la exposición
solar continua. Lo sorprendente es que, incluso en días nublados o lluviosos,
el invento funcionaba.
Si bien uno de los inconvenientes
de estas “lámparas solares” es que no funcionan de noche, las ventajas superan
con creces este problema: son baratas, no contaminan, son seguras y no
requieren de una fuente de alimentación o un mantenimiento costoso. Sólo se
recomienda que las botellas sean reemplazadas aproximadamente cada cinco años.
El chileno Miguel Marchand se
fijó en la idea de Moser y decidió desarrollarla en una comunidad indígena
situada en una zona rural cercana a las montañas de los Andes. Y no fue el
único que se fijó en este concepto. El Instituto Tecnológico de Massachussets
(MIT) ha dado un paso más y ha perfeccionado la idea con el proyecto A Litter of Light en
colaboración con MyShelter Foundation.
Esta organización se ha marcado un ambicioso objetivo para 2012: iluminar un
millón de hogares en distintas localidades de Filipinas con botellas llenas de
agua.
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